miércoles, 21 de julio de 2010

Máxima Pureza



La política y la falopa se llevan mal, a veces. O podemos decir, que ambas se comportan contradictoriamente entre sí. Veamos el asunto de la pureza. Se sabe, aunque suene paradójico, que la merca es mucho pero mucho menos nociva cuando su pureza es total. Así como una piedra prensada guaraní de cáñamo repleta de herbicidas no es comparablemente pegadora y sabrosa como una flor limpia y bien tratada.
En la política la pureza no sirve. La pureza retrasa en la construcción política de un espacio, así como dilata o incluso deslegitima leyes, decretos o diferentes decisiones importantes.
Todo este asunto, viene a cuento de la (por suerte) legalización del matrimonio gay. Muchos opositores al gobierno, justificaban su rechazo a la ley asegurando que la defensa explícita que hizo primero Néstor Kirchner y luego su esposa., era hipócrita por diversas hipótesis 1) Ganarse a la centroizquierda y mantenerse en el poder 2) Ganarle una pulseada al ex colaboracionista del Proceso, Jorge Bergoglio 3) Ganarse el voto de la comunidad LGBT (Algunos, divergían con esta, puesto que se sostenía que a los K, chupaba un huevo los putos, sólo lo hacían para reforzar las primeras 2 hipótesis).  Perfecto. Supongamos que esas 3 hipótesis fueran ciertas. ¿Es suficiente argumento para no apoyar la ley (o cualquier otra ley que sea un avance para el país)? Claramente, no.
Hay enormes ejemplos de buenas medidas tomadas por conveniencias político partidarias. Los yankees no hicieron el Plan Marshall por simple caridad con los destruidos europeos occidentales. Lo hicieron para reforzar su mercado exportador y sobre todo, para alejarlos de la órbita de Moscú. Cualquier modesto interesado en historia, sabe lo importante y útil que fue ese Plan. Si fuese por la pureza de los ingenuos o (más algún malintencionado), los europeos hubiesen tardados algunos años más en recomponerse.
La pureza en política es un tema de segundo o tercer orden, que no merecería ninguna trascendencia política en país siempre necesitado de buenas medidas.

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